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EL TIEMPO EN LA CRUZ

OPINIÓN

11 de mayo de 2025

Una ficha limpia completamente sucia

En la semana en que Milei dijo que son los empleados quienes explotan a los patrones, y en la que el gobierno anarcoliberal que deja todo en manos del mercado impugnó nada menos que la paritaria de Comercio porque se trata de bajar los sueldos, haberse detenido en la farsa de Ficha Limpia es el enorme símbolo de lo sucias que están las cosas.

Se necesitó un hecho magnificente, como la elección del nuevo Papa, para frenar siquiera por unas horas el escándalo que desde la noche del miércoles obsesionó a todos los medios.

No se sabe con certeza si tal impacto en la agenda publicada tendrá correlato en la social y luego en lo electoral, pero caben intuiciones obvias cuando es la economía lo que concentra con exclusividad el interés de las mayorías. Por fuera del mundillo politizado, ¿alguien perdió el sueño por ese debate y su sorpresivo desenlace? O más aún, ¿es verdad que nadie se esperaba cómo terminó? El episodio vuelve a revelar hasta qué punto resultan desviados (los que deberían ser) grandes ejes temáticos de la política argentina. Y no es sólo manipulación de sus protagonistas. Es también, e incluso antes, lo que buena parte de la sociedad decide creer.

El colega Sebastián Lacunza, en un artículo de elDiarioAr acerca de la farsa honestista, apunta precisamente a eso cuando recuerda que no es una cuestión de dirigentes más o menos oportunistas e inescrupulosos, sino de instituciones y de actores centrales de la democracia como, por caso, los medios de comunicación.

Trae a cuento la filmación fraguada en el living del departamento de Elisa Carrió. Una entrevista falsa, a un narco falsamente arrepentido, en el programa de Jorge Lanata. Se señaló a Aníbal Fernández como “La Morsa”, a días de la elección que ganaría María Eugenia Vidal. Era igualmente falso. ¿Eso habla únicamente de la moralidad de los implicados o, como añade el colega, también respecto de lo que está dispuesta a convencerse una sección de “la gente”?

En forma análoga, cae por su propio peso el interrogante de si Ficha Limpia era una aspiración de avanzar en la limpieza de corruptos. O si, en efecto, obraba al solo objeto de proscribir a Cristina, desde una institucionalidad que de ministro de Economía tiene al mayor fugador serial de divisas de la historia. No de la nuestra. Del mundo.

Hay varios ingredientes que ameritan ser estimados, pero todos confluyen en aquél carácter de farsa. Algunos conllevan un riesgo portentoso para la “salud republicana”, que tanto inquieta a quienes portan la tradición de quebrarla.

Si se hubiera sancionado el proyecto habría sido judicializado de inmediato porque, como advierten numerosos juristas de tendencias diferentes, una ley no puede modificar el principio de presunción de inocencia hasta que no se alcance sentencia firme. Los loritos oficiales y oficiosos hablan de doble condena, siendo que es doble conforme. Pero inclusive semejante aspecto sería lo de menos, apenas se repara en cuál clase de intachables tendría a su cargo impartir justicia.

¿Quiénes serían? ¿Los centros de operaciones tribunalicias que dejó armado el macrismo, en sus quintas tenísticas? ¿Comodoro Py, atravesado por los sótanos de inteligencia con sus fondos reservados que no paran de incrementarse? ¿Después la Corte Suprema, que tampoco cesa en sus fallos y operetas de conveniencias de turno?

¿Y así que el PRO, garante indispensable para que Los Hermanísimos vengan esquivando toda investigación por la cripto estafa, pasó a ser el indignado porque los libertaristas se lo fumaron en pipa alquilando a dos senadores de Misiones, a quienes el insultador serial Javier Milei no dedicó ni una sola diatriba?

Lo que sucedió el miércoles ya figura en la antología de zancadillas y cinismos que de parlamentarios solamente tuvieron la vía. Fue una maniobra que Casa Rosada ejecutó a la perfección, no importa sin con el aval o la inopia de su bloque senatorial.

Cuanto más complejas parecen las respuestas, por lo general son acertadas las más sencillas.

Milei y sus mandantes no quieren a Cristina afuera de la cancha. La necesitan bien adentro, competitiva, bajo presunción de que eso agrupará al gorilismo y al resentimiento contra la imagen que dejó el gobierno anterior. Requieren que el “anti” continúe siendo la guía prioritaria. No hay en eso misterio alguno, aunque pueda aceptarse que, además, rechazaban que el PRO se llevara los laureles.

De facto, fueron los libertaristas quienes, hace unos meses, ya habían obturado el quórum para abordar el proyecto de Ficha Limpia. Inventaron que se imponía una iniciativa más amplia y consensuada.

La “novedad” es que esta vez cedieron al tratamiento en el Senado porque, en una interpretación quizás curiosa, les pareció que pagarían costo político si no accedían. Pero la política no siempre es regida por los parámetros que se consideran lógicos. Mucho más que lo imaginado, intervienen factores personales y arrebatos.

El brillante operativo consiguió que se fingiera apoyo hasta el último segundo, mientras los misioneros ya estaban arreglados como previamente, con la anuencia de los ex cambiemitas, lo estuvieron todos los provinciales que hicieron falta para aprobarle al Gobierno cuanta ley y decreto necesitara.

Por cierto, lo implementaron tan bien que los coreutas mediáticos entraron por un tubo y prepararon la escena del festejo con delectación. La pantalla de TN, con Silvia Lospennato encabezando el banquete inminente y enterándose en vivo de la derrota, es una de las instancias más inolvidables de los 74 años de la televisión argentina.

La diputada, casi entre lágrimas de cocodrilo y deprimida hasta el punto de confesar que pensó en retirarse de la política, dijo después que la había defraudado el Presidente con quien su espacio comparte ideario salvo, ay, porque tiene algunas formas que no le gustan. Y de remate, debió soportar, en otra escena asombrosa, que Mauricio Macri dijera a su lado que probablemente ya está, que ella no tendría más destino que perder, que ganará Leandro Santoro.

Sobrevinieron, y allí siguen, conjeturas de todo tipo.

En orden aleatorio, ¿el peronismo también intervino en la negociación con el feudo de Carlos Rovira? ¿Acaso le convenía una Cristina victimizada, y entonces se sorprendió como el que más? ¿Ahora la Corte tomará nota de qué? ¿Y el desenlace cómo influye en la interna peronista bonaerense? ¿Esto allana el camino a la unidad? ¿O todo lo contrario, porque Cristina sigue en cancha y no hay visos de que pueda arreglarse la confrontación con el gobernador?

Y el oficialismo, ¿tan seguro está de que CFK le augura beneficios si resuelve contender en las urnas?

Versea, así de sencillo, quien diga que tiene certidumbre en torno a incógnitas como ésas. Ni lo que vaya a suceder con la economía y su incidencia electoral, ni la interna del peronismo, ni cómo se compondrá o no la de los libertaristas con un PRO que tampoco se sabe si seguirá existiendo, ni qué resolverá la Corte cuándo acerca de la causa Vialidad, ni casi nada de nada, ofrece un panorama despejado.

Sí podría apartase el entrampado con debates fútiles, que para variar y por detrás tienen a las operaciones mediáticas. Paradójicamente: comandos que, a su vez, suelen ser atacados por Milei para sostener el imaginario de su lucha contra la casta a la cual tributa.

Dicho eso, debe tenerse la prevención de no incurrir en la berretada fácil del discurso anti-política.

La rosca es inherente a la actividad, en todo tiempo y lugar. Los honestistas no son más que una cumbre de la hipocresía, porque no es con esa retórica cursi como se lleva adelante la construcción de algún proyecto serio que sea ideológicamente honesto. La ideología siempre estará atravesada por circunstancias de la política, que la obligan a superar falsedades virginales.

Y en segundo término, que en rigor es el primero, la denominada “clase” política, que Jamoncito unifica en sus definiciones infantiles como un mero antro de corruptos al cual su experimento sirve sin reparos, no deja de ser el espejo de esa parte de la sociedad que cree en lo que más le conviene según los avatares de cada momento. No desde la moral, sino a partir de sus especulaciones.

Sin ir más lejos, se habló de limpiar la ficha justo cuando el Gobierno promueve asear los dólares enchastrados que no son los de abajo del colchón. Pertenecen a los cómplices de las grandes transas que accederían a un blanqueo permanente, para acercarle reanimación a una economía donde las Fuerzas del Cielo no alcanzan al bolsillo.

Vaya limpieza la de la ficha ésa.

Fuente: www.pagina12.com.ar



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